Alfredo Zitarrosa (1936-1989), cantante, compositor, poeta, escritor y periodista uruguayo, es una de las figuras más destacadas de la música popular de Uruguay y de América Latina.

En 1976 se exilió en España y México por la censura impuesta por la dictadura militar y pudo regresar a Uruguay el 31 de marzo de 1984, tras la restauración democrática, acompañado por una enorme caravana de autos y gente en las aceras.

El martes 16 de abril, en la sala Zitarrosa, se realizó un homenaje por los 40 años que pasaron del regreso del músico a nuestro país. Del homenaje participaron el intendente (i) de Montevideo, Mauricio Zunino; la directora del Departamento de Cultura, María Inés Obaldia; el director de la Asesoría de Desarrollo Municipal y Participación, Federico Graña; la directora de Promoción Cultura, Débora Quiring; la directora de la sala Zitarrosa, Cecilia Canessa; la viuda de Zitarrosa, Nancy Marino, y una de sus hijas, Serena Zitarrosa.

En el hall de entrada a la sala se inauguró una exposición permanente que muestra La Contreras, la última guitarra que utilizó Zitarrosa en sus años de exilio en México, en 1980, hasta su fallecimiento en Montevideo, en 1989.

Esta guitarra, confeccionada con tapa armónica de cedro rojo canadiense, estacionada diez años, fue construida artesanalmente en Madrid, en 1980, en el taller fundado en 1962 por el luthier Manuel Contreras. La obtuvo a través de José Luis Peñamaría, uno de sus guitarristas españoles.

En la inauguración, Zunino expresó que es un orgullo para la Intendencia “seguir rememorando lo que es esta sala y la memoria de Alfredo”, ya que él es “parte de lo que es Montevideo”.

Posteriormente, en el escenario de la sala Zitarrosa se pasó un audiovisual del regreso del músico a nuestro país.

En esa instancia, además, se realizó una mesa de diálogo, moderada por la directora de nuestro departamento de Cultura, María Inés Obaldía, con referentes de la música popular uruguaya y amigos del músico: Cristina Fernández, Washington Carrasco, Héctor Numa Moraes, Rubén Olivera, Mauricio Ubal y Fernando Yáñez.

El gran cierre estuvo a cargo de la Orquesta Filarmónica de Montevideo, con la dirección de Martín García, la colaboración del guitarrista Julio Cobelli y del compositor Ignacio Algorta.