El Grupo centra su actividad en el estudio de las condiciones de vida de la población afro diaspórica en América Latina, la situación de los jóvenes y las mujeres afrodescendientes y hace énfasis en los efectos del racismo en la educación y las representaciones sociales. En este marco desarrolla proyectos de investigación y enseñanza que posibiliten una mejor comprensión de la realidad social a través de la asesoría a espacios institucionales y organizaciones, el desarrollo de espacios académicos vinculados a la temática de la afrodescendencia y la producción de material académico relacionado con sus líneas de investigación.
Pereyra señaló que este es un tema que atraviesa las diferentes actividades que se llevan adelante en la Universidad, por ello una de las estrategias del Colectivo para llevar adelante sus acciones es incorporar estudiantes en algunas investigaciones y construir alianzas fuertes con investigadores e investigadoras de la Universidad con saberes y capacidades en distintas áreas en las que el equipo de investigación se encuentre trabajando. Una de estas alianzas que se construyó hace 5 años es con la docente Mariana Achugar de la Facultad de Información y Comunicación (FIC), en ese marco el colectivo brinda el curso de Educación Permanente, Discurso y racismo en los Medios de Comunicación. Asimismo dos de los integrantes del colectivo, Fernanda Olivar y Julio Pereyra, trabajan con el Programa de Respaldo al Aprendizaje (Progresa) de la Udelar, en uno de los espacios de Tutorías entre Pares que está relacionado con la interculturalidad. Por otra parte, Lourdes Martínez junto a Fernanda Olivar y Victoria Pereyra, en el marco de un acuerdo con el Instituto de Capacitación de la Udelar, desarrollan el curso Sensibilización en Género para el ciclo modular de género de la Escuela de Gobierno. También participan en actividades puntuales, el 22 de julio en el marco del mes de la Afrodescendencia, tres integrantes del Colectivo, Martínez, Graña y Olivar, participaron de un Conversatorio sobre Afrodescendencia, antirracismo y epistemicidio. A la instancia, que se llevó a cabo en la Facultad de Ciencias Sociales de la Udelar, fueron invitadas por la Comisión de Género y Diversidad y el Decanato de esta Facultad.
Condicionantes sociales y niveles de acceso a la Educación de la población afro
«Si bien en Uruguay la pobreza ha bajado en los últimos 20 años, la brecha entre pobres afro y no afro, sigue siendo la misma, las poblaciones afro siempre son en promedio más pobres que las no afro», resaltó Pereyra. En lo que se refiere al acceso y egreso de la Universidad de las personas afrodescendientes en la actualidad, señaló que mientras el porcentaje de población afrodescendiente en Uruguay se ubica alrededor de un 10%, el de estudiantes de la Udelar que declaran en su ascendencia étnico racial ser afrodescendientes, apenas alcanza un 5%. «Si pensamos que la Udelar es una universidad que hace un gran esfuerzo por integrar a personas que son la primera generación de universitarios de sus familias, por incorporar estudiantes de las capas medias y bajas, que cuenta con un altísimo porcentaje de estudiantes trabajadores, nos tenemos que preguntar por qué no estamos llegando a los estudiantes afrodescendientes que podrían estar dentro de estas categorías», reflexionó.
Martínez señaló que asimismo los datos de empleo en Uruguay revelan que la mayoría de los integrantes de las poblaciones de jóvenes afro tienen trabajos muy precarios. Añadió que en la actualidad no se está reflexionando sobre la distribución racial del trabajo, «no pensar en esto es casi condenar a una parte de la población a mantenerse en determinadas tareas», apuntó. «Si yo soy una mujer afro y estoy destinada desde la adolescencia a trabajar como empleada doméstica, eso es un gran problema, no porque esté mal ser empleada doméstica sino porque estoy destinada a eso, se me impone un techo, no puedo desarrollar mi potencial», señaló. «Pensar en este tema frecuentemente implica desafíos como repensar mi propia historia, acerca de mí o de mis familiares, porque hasta ahora había dicho: yo no hago estas cosas, pero quizás descubro que esa mujer afro trabajó durante años cuando era niño como empleada doméstica en mi casa y mi familia la mantuvo todo ese tiempo fuera del sistema de previsión social», reflexionó Pereyra. «La gran sorpresa que la población no afro frecuentemente tiene es darse cuenta que en su sistema de relación no hay personas afro, no tienen amigos, o colegas afro o tienen que pensar mucho para acordarse de haber tenido un vínculo con alguna persona afrodescendiente, viven en un mundo exclusivamente blanco y cuando se cruzan con personas afro es por un tema circunstancial, porque están a su servicio para darle alguna forma de ayuda», añadió.
Para Martínez otro problema es que la población afro no está accediendo a lo que el Estado propone como un derecho. «Nuestros estudiantes desaparecen de las Escuelas de UTU y de los liceos porque se hace insostenible para ellos la continuidad en esos lugares, son expulsados por cuestiones raciales por el sistema educativo», subrayó. Los niños y adolescentes afro son víctimas en la institución educativa de una violencia explícita que se manifiesta en el lenguaje y en la forma de tratarlos que es continua y desgasta muchísimo, añadió. Entiende que es cruel pedirles a los adolescentes afro frente a estas violencias, que se hagan fuertes. «Tengo 12 años, no tengo que hacerme fuerte y además estoy en una institución que tiene adultos que deberían velar por mí, para que eso no sea necesario», resaltó.
Pereyra añadió por otra parte que un dato al que frecuentemente no se le presta atención es que la población afrodescendiente en Uruguay está integrada por un porcentaje muy alto de jóvenes con respecto al promedio actual que se registra en el país. El problema más visible que «podemos ver es que los estudiantes de la población afro ingresan a la educación media y lentamente van desapareciendo antes de culminar el ciclo básico», afirmó. Recordó que hace unos años la educación media a través del Consejo de Educación Técnico Profesional (CETP-UTU) se percató de este problema y generó una resolución, que luego se extendió a toda la educación media, de protección de las trayectorias educativas de la población afrodescendiente y la población trans. El problema es que a la hora de llevar esta disposición a la práctica cotidiana, casi no se cumple, señaló Pereyra. «Continúa la desaparición de los estudiantes afro de este nivel educativo y esta no se debe a la deserción, al abandono o a la falta de interés de los estudiantes afro sino a una clara expulsión por motivos raciales», puntualizó.
Martinez acotó que el racismo estructural institucional al que están sometidos los estudiantes afro no comienza a impactar en la educación media sino desde la escuela, lo que está confirmado por investigaciones. Una de ellas es un estudio sobre la percepción de los estudiantes de la educación media pública y privada a nivel nacional acerca de cuáles son las principales causas de violencia entre ellos en los centros educativos, la mayoría de las respuestas apuntaron a los marcadores raciales como la diferencia de color de piel o el tipo de cabello. A esto se suma una diferencia en la expectativa de los docentes en cuanto al éxito y la continuidad de los estudios de los estudiantes afro y no afro. Estas expectativas suelen estar dirigidas a la población no afro, algo de lo que había hecho referencia también Alicia Esquivel en una entrevista reciente al Portal de la Udelar. «Los estudiantes necesitan que el docente crea en ellos y perciba que son capaces, en especial en la etapa vital tan delicada de la adolescencia en la que se encuentran, un proceso de consolidación de las identidades», señaló Pereyra. «El gran problema es negar ese sesgo racial», añadió.
Rol de la Udelar
En cuanto a las responsabilidades de la Udelar con respecto a este tema, Pereyra sostuvo que pasan por generar conocimiento para asesorar a la sociedad con el fin de mejorar la calidad de vida de la población. En ese sentido destacó que el colectivo universitario ya lleva adelante un intercambio de saberes a través de la extensión, la investigación y la enseñanza con una perspectiva de derechos humanos y ahora también una perspectiva antirracista. «Lo que tenemos que hacer es dirigir nuestros esfuerzos hacia estos temas y colaborar con otros espacios como los de la educación media, no es suficiente con que haya un grupo de investigación, no vamos a ser cinco o diez personas las que cambiemos las condiciones de vida de la población afrodescendiente», concluyó. Asimismo resaltó: «a nosotros nos afecta todo lo que pasa en la vida del país y en ese sentido el colectivo viene trabajando fuertemente en un sujeto afrodescendiente contemporáneo, para el que es necesario saber qué pasó en la época de la Colonia pero también conocer qué pasa con nosotros ahora porque es en el presente donde nos estamos jugando el futuro de una porción muy importante de la población», añadió.
Martínez añadió que otro aporte de la Udelar sobre este tema es apoyar la formación docente que es un tema clave. Recordó que de 2020 a 2021 el colectivo dictó dos ediciones del curso «Desafíos de la enseñanza universitaria», abierto a docentes universitarios y no universitarios y con una alta demanda de los mismos. Una reflexión por parte de los docentes de todos los niveles educativos, que se repitió en el curso, fue que habían realizado todo su ciclo de formación docente sin haber trabajado afrodescendencia, racismo y las problemáticas que se vinculan a estas temáticas. «Lo que me parece importante destacar es que una vez que los docentes llegan a la información la respuesta es buena y hay un interés en incorporar estas temáticas y en asimilarlas y en modificar las prácticas en cada una de las disciplinas que desarrollan», expresó. Pereyra señaló que de todas formas tiene una mirada muy crítica ya que aunque desde el colectivo trabajan con un gran número de docentes de educación primaria y media, son solo los que tienen una clara voluntad de conocer acerca de la temática. «La gran mayoría de los docentes, de cualquiera de los tres niveles del Consejo de Formación en Educación (CFE), primaria, secundaria y educación técnico profesional, manifiestan que no saben cómo tratar el tema y asumen que si este no estaba en su formación de base no tienen por qué aprenderlo. Existe una renuncia a aprender sobre las temáticas vinculadas a lo étnico racial como identidades y diferencias étnicas y eso repercute en sus acciones ya que les impide enseñar a los estudiantes a cómo convivir en una sociedad en donde hay diferentes grupos étnicos, con diferentes historias y trayectorias con formas de vínculos que tenemos que desarmar», explicó.
Algunas líneas a desarrollar en la Udelar
Pereyra entiende que algunas políticas universitarias interesantes serían que dentro de las becas que brinda el Servicio Central de Inclusión y Bienestar Universitario de la Udelar algunas estuvieran dirigidas específicamente a los estudiantes afrodescendientes, desarrollar aún más el sistema de tutorías y acompañar a los estudiantes afro en los primeros tramos de la trayectoria universitaria.
Otro aspecto en el que entiende que la Universidad debe realizar cambios se vincula con el tipo de conocimiento que genera y desde dónde lo produce, «si nuestras referencias académicas y el conocimiento parecen provenir siempre del mismo lugar del mundo, si siempre hablamos los varones blancos europeos, si nunca incluimos a mujeres afro o de otros lugares, que piensan la producción de conocimiento desde otras lógicas, seguimos reproduciendo el mismo modelo», señaló. Añadió que «incluir más autoras y autores afro y de los pueblos originarios, dejar de insistir en esta idea de que hay unos sujetos capaces de producir conocimiento y otros que no y proponer modelos alternativos de conocimiento y de aprendizaje, es un desafío que tenemos por delante con la Universidad».
«La Udelar, en tanto tiene entre sus principios la defensa de los derechos humanos y desde el 2023 es una universidad antirracista, tiene que dar claramente el mensaje a sus estudiantes y a sus docentes de qué es lo que se tolera y lo que no se tolera en el ámbito universitario», afirmó Pereyra. «La importancia de la declaración de universidad antirracista, que fue votada por unanimidad por el Consejo Directivo Central de la Udelar, es que permite a la institución posicionarse frente al tema, los tres órdenes de la Udelar están de acuerdo en que ese es el rumbo que tiene que tomar la Universidad. Otro aspecto en el que radica la importancia de esta declaración es que actúa como un gran paraguas que nos permite después desarrollar otras acciones que vayan en este sentido y es una referencia para plantear un cambio de rumbo de ser necesario», subrayó.